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"América Latina 2020" de Chatham House en su Centenario. Dosier: Número Tres. Fernando Gómez Herrero

"América Latina 2020" de Chatham House en su Centenario. Dosier: Número Tres. Fernando Gómez Herrero, fgh2173, fernandogherrero.com; http://www.bbk.ac.uk/languages/our-staff/associate-research-fellows-visiting-professors/fernando-g-herrero




Estamos hablando de una dimensión mastodóntica, América Latina, que son unos 670 millones (http://poblacion.population.city/world/la), de los que sólo México son 130 millones, algo así como la mitad de los EEUU, que son a su vez unos 331 millones. Europa son 747 millones. Los 28 países de la Unión Europea, 448 millones. La equiparación es siempre a este nivel de macro-unidad económica entre estos dos gigantes, Europa y los EEUU, a los que ahora se añade una dimensión asiática enorme que los empequeñece a todos en la competición a nivel mundial. Reino Unido, unos 66 millones.


Zarandeos trumpianos entre las dos unidades comerciales más grandes, la estadounidense más grande, y la europea de la Unión Europea, segunda, en contienda, a la que ahora se le quita una porción sustanciosa, que es la británica. América Latina muy por detrás, en la cola de este mundo occidental. Brexit asienta un duro golpe a la Unión Europea con implicaciones a todos los niveles (político, económico, cultural, etc.), también para el Reino Unido cuyos organismos oficiales la tienen que vender como una gran oportunidad. Chatham House perdió la pelea por la permanencia y ahora se juega la baza de la mediación bilateral en un mundo que se avecina más desordenado y en donde los grandes bloques comerciales tienen una ventaja adicional. Tenemos que imaginar el grueso poblacional mundial girando progresivamente hacia el polo gravitacional asiático con China y la India (1.4 y 1.3 billones). Está Africa y está, claro, también América Latina. Las poblaciones occidentales adquieren así, casi de golpe y porrazo, una dimensión portátil. Se meten en el bolsillo. Y a algún lector le sorprenderá si le digo que el mundo “latino” en América no consta como occidental para cierta mentalidad estadounidense convencional (un botón de muestra: Samuel Huntington). Europa con bamboleos, la Anglozona sacudida por una covid puntera, escasa visibilidad, digámoslo todo, de la dimensión hispanohablante, por mucha actividad cultural que se le quiera tirar a la arena de la playa mediática. Con tanto desorden, no es de extrañar que los medios de comunicaciones del Occidente “liberal,” que son guardianes de sus intereses y de cierta ortodoxia cierren los ojos y se tapen las orejas a un mundo ancho, raro y ajeno. Mientras tanto, vuelan las invocaciones a la soberanía nacional absolutista, y crecen las rebeliones de las masas que descreen de toda buena fé institucional.




¿Mundo plano en “América Latina 2020” como dijo Leslie Vinjamuri, la encargada de la sección “US and the Americas” de la Chatham House? La referencia es, claro, a Thomas Friedman. No creo que se citase a ningún pensador latinoamericano en toda la conferencia. Tampoco a muchos estadounidenses. Que la próxima tenga más altos vuelos. El orden está bien claro, los EEUU y América Latina, por este orden preferencial oficial. Hay sí, ¿cómo no?, una marginación y arrinconamiento de todo lo que encierra el signo de “América Latina” en su recorrido por la Anglozona. Por aquí siempre está la región entera siempre más cerca de una subalternidad de lengua mordida que de una apetencia discursiva desaforada que llame a la desobediencia epistémica con respecto a unas modalidades impuestas desde fuera o desde dentro. “América Latina 2020” está dentro del mundo de los negocios, de lo que podemos llamar las “humanidades” empresariales (hace gracia el uso español eufemístico de “emprendimiento”). Este mundo de los negocios tiene sus virtudes y sus defectos. Y viene con sus luces y sus cegueras. Y si hay política, y la hay en “América Latina 2020,” la hay siempre cerca del mundo oficial.


Estamos hablando de los representantes oficiales, exministros, embajadores, con sus secretarios, asesores, rastreadores de inteligencia útil, servicial o incluso servil. En estos espacios no hay teorización política que se salga de las veredas capitalistas, con o sin gestiones desastrosas. Aquí no se habla de las ciencias liberales, como se dice en los EEUU, que equivale a las nomenclaturas ya caducas de las ciencias del hombre o las humanidades. Tampoco hay muchas filosofías ni teologías. El idioma inglés campea solo todo-campeador con acentos dispares, más o menos gráciles, prestados o artificiales. El español, ¡ay!, me temo que está desaparecido, como ratón en la ratonera. No asoma ni la nariz. Y no se trata de no saber idiomas, que, el más que el menos los sabe. Hay algo mucho más serio. Hay efecto de sordina, de acallamiento y de silenciamiento de otras “músicas.” “Disonancias” en “América Latina 2020” que yo haya constatado, ninguna. Y asistí con asiduidad a las diversas sesiones por canal digital y participé como toca en los cauces participativos apropiados.






Hay que ver qué sale bajo la luz y qué no sale, qué se escucha detrás del micrófono y qué no, qué silencios se oyen en una Anglozona que ahora está en hojas bajas. Intentos hay, y no miro a ninguno en particular, por querer neutralizar, apoderarse y apropiarse de lo que pueda tener vida por ahí fuera de la institución o de la nación en cuestión. Y es que no hay plan B que no pase por la relación subordinada y cómplice de este mundo británico post-brexitiano con los EEUU, se llame especial, o muy especial, como lo dijo Trump de sorna, o accidental, o de daño colateral, sui generis, con o sin nostalgias imperiales de otra época mejor. Brexit es la circunstancia oficial inmediata y encumbra una hostilidad reinante hacia una proximidad histórica, política, cultural, etc. con el mundo ¿Qué otra mayor cercanía que la europea a tiro de piedra de los riscos de Dover? Esta xenofobia mal disimulada desde el punto de vista oficial es en donde hay que meter “América Latina 2020” que rehúsa forzar una xenofilia de tipo ideacional o intelectual, sobre las mejores opciones de un mundo dado que ahora está con el piso levantado por todas partes. Hay algo que huele a chamusquina por estos prados verdes donde cae mansa y constante la lluvia inglesa.


Hay más. Resulta que esta “nación de las cuatro naciones” incluida en agrupaciones privilegiadas con las siglas de G3, G7 y G20, elimina precisamente ahora estudios superiores. Vivimos en épocas de rebajas en las que se eliminan los centros de estudios superiores en los que se incluyen los estudios de esa misma zona o región que ahora nos incumbe (América Latina). El caso más claro es el de la Universidad de Londres que ya anuncia que cierra sus secciones de estudios latinoamericanos y de la “Commonwealth” [legado del Imperio Británico] a finales de este noviembre.¿Qué nos dice esto de la “Bretaña global”? ¿Qué mundo es éste, qué estudios superiores y de qué áreas o regiones del mundo estamos hablando? ¿Qué geografías de pasado y de futuro son éstas cuando no se saben las conjugaciones ni las concordancias de las lenguas romances, y ya no hay cursos dignos, ni titulaciones sostenibles, que tengan que ver con eso que se llama, mal, “América Latina” dentro de los “estudios hispánicos,” otra mala categoría estándar en el inglés británico?




“América Latina 2020” en el programa de “Los Estados Unidos y las Américas” de Chatham House es parte de estos paisajes hostiles en este todo nacional lanzado oficialmente al mundo lleno de desconciertos (“hostile environment” ha sido nomenclatura oficial aceptada perfectamente por la mismísima Theresa May cuando fue ministra del interior en el gobierno de Cameron, y tira y te toca desde entonces). Aquí no se constatan actos de contrición por lo pasado, presente o lo que venga. La disciplina de las “relaciones internacionales” o la de los “asuntos foráneos” se caracteriza por tener unos horizontes pequeños: lo que quiere ser es una menina del poder establecido a corto plazo en formato dado de nación-estado y punto. Aquí hay poca filosofía y nula teología, ni siquiera en la modalidad no-dogmática de la Iglesia de Inglaterra. En estos institutos reales de asuntos foráneos no hay idas a un gran origen platónico ni venidas a un gran final catastrófico que alumbre una auténtica revolución de otro tipo de mundo. Aquí no se va a dar cabida a un Enrique-Dusselismo de los pobres de la historia ni tampoco a una desvinculación descolonialista epistémica de los imperialismos que valgan. No hay una interrogación profunda a los autoritarismos de ayer o de hoy ni tampoco un acercamiento Ernesto-laclausista a los populismos de derecha o de izquiera que se atrevan a querellarse con otras alternativas futuristas. Eso de “orden internacional liberal” es santo y seña de lo correcto, lo que toca, tótem y tabú de la Anglozona que no se toca en público y en directo, presencial o por modalidad virtual. Estamos, pero no todos por igual, con las estrategias empresariales de maniobra posible y el cálculo de la mejor inversión de los dineros en los formatos internacionales. Un mercado pequeño, el latino, ofrece menos posibilidades que uno grande, el estadounidense: normal hacer más caso al último y estudiarlo más y mejor. La cuota británica de mercado latinoamericano es liliputiense y va a menos, la crónica anterior sobre Canning House (https://www.lavanguardia.com/participacion/lectores-corresponsales/20201121/49553306485/analisis-relaciones-comerciales-reino-unido-america-latina-brexit-covid-agenda-canning.html). ¿A cuénto de qué preocuparse mucho?




Nos lo dijo Jeremy Browne en esa crónica aludida, el que fuera responsable en el Ministerio de Asuntos Exteriores bajo el mando de William Hague. La tiza oficial, dijo, pinta con el color blanco lo que importa y la línea va de París a Washington, las Naciones Unidas, Moscú, Teherán y un garabato pasa por Marruecos y llega a la costa este de los EEUU. Este es el mundo que importa, también para el Financial Times. Y ahora añadimos China, que es la competencia exclusiva de Jie Yu de Chatham House, incluida en foto en blanco y negro entre otras de más color en la conferencia “América Latina 2020.” Ojos de lince para esta zona prioritaria marcada con los garabatos de tiza blanca, unos 12-13% de la población mundial, y ojos más despistados y espaciados para el resto del mundo, ancho y ajeno, en el que cabe América Latina, y que importa, sobre todo, en la medida en que comparte un continente americano con los EEUU, un continente americano en español, y dos en inglés.


Los responsables de esta sección desigual de “los Estados Unidos y las Américas,” Vinjamuri y Sabatini son estadounidenses formados en los EEUU. “Latina” no consta en el título: es marca diferencial de los EEUU considerados, por lo tanto, no-latinos. A los EEUU e responden, ¿cómo no?, como referente epistémico fundamental con sus conexiones profesionales y sus querencias naturales ¿Digo más? Este programa se inserta con otros en la oferta general de la Chatham House londinense, que se encuentra ahora mismo con unas relaciones no cálidas, digamos, con el gobierno brexitiano de Boris Johnson que envió, que sepamos, un representante oficial a “América Latina 2020.” ¿Se mandaron las invitaciones? Esta casa es, que no se ponga en duda, conservadora y empresarial y de negocios. Tiene un contingente importante de altos dignatarios entre sus asesores y miembros, hasta de exjefes de gobierno británico, tendente, claro, al lado conservador, para no hablar de patrocinadores varios y grandes empresas de siglas reconocibles. Si pensamos en la sección “Cómo gastarlo” [How to Spend It, en el original] del Financial Times, periódico internacionalista, anti-brexitiano, y capitalista de altos vuelos de inversión inteligente, nos hacemos una idea. Todo esto circundante es más seny mesurado de buen traje de corte inglés que de rauxa arrabalera y postcolonial que le grite a los vientos fuertes las muchas injusticias.




Estamos asistiendo a unas transformaciones descomunales que covid acelera. Son nuevos racismos, des-Europeanización, latinización, digitalización y virtualización de las relaciones sociales, como es buena muestra “América Latina 2020.” ¿Dónde estaban a ciencia cierta los participantes y los ponentes? Los correos electrónicos se lanzaban y se recibían urbi et orbi. Covid facilita algunas cosas y complica otras muchas, empezando por la movilidad y la misma distancia interpersonal. ¿Y qué tal las situaciones de vida y muerte? Estos últimos números son, como hemos visto, imponentes para América Latina (y también para el Reino Unido, y para los EEUU, y para España). ¿Cómo no mirará el mundo asiático a este mundo occidental de cuerpo político roto con covid y mal cosido para el futuro inmediato? La dimensión latina aparece como peso pesado, lastre, hace peor las cosas, está pletórica de pobreza y de torpeza, se trague uno o no la ideología del desarrollismo de un capitalismo naturalizado. La Anglozona más convencional no cree que América Latina sea “blanca.” Tal vez lo sea “marrón.” Y le imputa que es un mundo enorme, desordenado y vocinglero con un DNI autoritario o populista de disimulo difícil o imposible.


Y si tiene esta América Latina, según estos filtros “ánglicos,” este color poco atractivo es porque genera números grandes de migrantes provenientes de una zona enorme que no es hegemónica, ni dinámica, ni rica en su conjunto, mayormente hispanohablante entre otras lenguas ignotas, de herencia imperial y colonial, cristiana de modalidad católica mayoritaria con muchas imágenes barrocas desorbitadas y de música bulliciosa y de comida con mucho picante que se ha quedado rezagada de la interpretación weberiana que privilegia una trayectoria de protestantismo más razonable, científico y mesurado, de modos dialogantes y no dogmáticos, y por ende se las da de avanzadilla de todas las buenas maneras democráticas de los países hegemónicos de la Europa del Norte y de los EEUU, que ahora se llama sólo América, y basta. Algo de este espectro arrastraba sus pies digitales por “América Latina 2020.” Algo había en el aire virtual que convocaba todos estos prejuicios que les imputaban atavismos a una otredad siempre en minoría parlamentaria bajo sus mismos rótulos. Este ordenamiento ideológico de “primer mundo,” lo que abrevio como la Anglozona, es lo que ahora se estropea, y con covid más. Dicha normalidad se las tiene que ver ahora con el gigante asiático que tendrá sus propias coordenadas de espacio y tiempo, prioridades, preferencias y desprecios. He recreado un estereotipo rápido y grosero, pero cuyo inconsciente político todavía funciona, y muy bien, y uno sólo tiene que personarse, presencial o digitalmente, por la mayoría de las sesiones de los think tanks o por la pobre oferta de cursos disponibles en las pocas universidades que los ofrecen. La “demografía,” eufemismo de turno para la dimensión creciente, la “latina,” es una posible esperanza de otras cosas en los EEUU. En el Reino Unido, no.




Enrique Dussel ha dicho una expresión hermosa: América Latina es el producto del Este más al Este, y del Occidente más occidental. Lo dice por la conjunción brutal de las poblaciones originarias precolombinas que vienen del Este asiático y la colonización española que, de la punta del Finisterre europeo, forzó un proceso de occidentalización lleno de hermosuras y de violencias. América Latina surge al imaginario global entre convulsiones entre medias y éstas exceden muy mucho lo que las relaciones internacionales convencionales se traen entre manos. “América Latina 2020” siempre va a ir con más naturalidad a un Samuel Huntington, que repudiaba al mundo latino, o a un Francis Fukujama, de orígenes japoneses migrantes a los EEUU asimilados y “occidentalizados” a la manera convencional estadounidense, es decir supremacista de número uno, o lo que es lo mismo imperialista, con o sin el nombre de la “democracia liberal internacionalista,” que es hojita de parra que tapa las vergüenzas de las pinturas oficiales. Llama tremendamente la atención que los británicos, también los de Chatham House, no reivindiquen una visión teórica propia del mundo internacional. Parecen contentarse con hacerse eco de la oficialidad estadounidense, sea republicana o demócrata. Ahí se siguen mirando al espejo. ¿No habrá otras opciones, ni siquiera tras las inmensas panorámicas y las autocríticas de un Arnold Toynbee a propósito de lo que él mismo llamó “las (malas) maneras anglosajonas”?


Lo mismo ocurre con esto de “Occidente,” hueso cínico y famélico, ahora para más inri con la escisión brexitiana, que le pone en público el cucurucho de “global” a la Union Jack tricolor, y que sólo lo usa, eso de “Occidente,” para hacer bulto en idéntica empresa militar, como lo fue la guerra de Iraq, o si acaso también, digámoslo a la manera teatral, como lo hace la Royal Shakespeare Company (RSC), que apelotona a sus actores “de color” en una obra para seguir haciendo lo mismo con las restantes en la cartelera. Ahora covid ha cerrado todos los teatros. Lo digo: hay un clarísimo componente étnico y racial en la escasa estima por la meritoria capacidad significativa proveniente de la unidad mastodóntica mal llamada “América Latina” dentro de las entidades oficiales, Chatham House incluida. Sólo había que ojear las fotos de los ponentes, las procedencias, el fenotipo dominante… Seguro que me dirían lo que le dijeron a Jack Lemon al final de Some Like it Hot de Billy Wilder (traducida como “Con faldas y a lo loco” en España y “Una Eva y Dos Adanes” y “Algunos prefieren quemarse” en Hispanoamérica): “nadie es perfecto.” Y que hacen lo que pueden. Sí, claro.




Le pido a Victor Bulmer Thomas unos comentarios finales.


“Esta conferencia de Chatham House ha sido la tercera de este tipo de actos. Ha tenido lugar en unas condiciones muy diferentes. Sin embargo, ha sido un éxito, aun cuando haya faltado el contacto presencial. Zoom tiene sus limitaciones, pero también permite un mayor público y una participación mayor de latinoamericanos. Y esto ha redundado positivamente en la importancia de la conferencia. La pandemia ha dominado los temas principales porque ha golpeado duramente a la región. Así y todo muchos ponentes han sido capaces de mirar más allá de la crisis inmediata y han barajado otras opciones futuras. La conferencia ha sido un buen paso en la dirección correcta para todos aquellos que quieren que la propuesta latinoamericana de Chatham House se convierta en un programa como toca.”


Me lo dice en modalidad suave, piano, piano, entre estas estridencias contemporáneas. Hay mediaciones. Y hay filtros. La contemporaneidad latinoamericana para por “Latin America 2020.” La sordina al toque de trompeta: la iniciativa latinoamericana se inserta dentro del programa en cuestión que es parte de la oferta de una institución de cobertura y de renombre internacionales sita en una metrópolis londinense ahora mismo en un caldo de cultivo brexitiano caliente a su vez dentro de la nación de las cuatro naciones (y fue sólo una de éstas, la más grande, la inglesa, la que votó a favor del Brexit). Los significados latinoamericanos pasan por las sordinas, los filtros y los amortiguadores “anglo-americanos.” Y son estos significados, claro, incompletos. Y así y todo, tremendos, en relación al meollo de “América Latina 2020,” que fueron una covid feroz y a una crisis económica de un dramatismo extremo. Los cálculos de los economistas nos dicen que va a a ser la mayor crisis económica de la historia de América Latina. ¿Quién hubiera dicho en Marzo que este virus invisible habría tenido tanta fuerza?




¿Es la situación vírica y económica en América Latina tan diferente de lo que pasa en los EEUU o en Europa? Pensemos el reverso: una conferencia sobre “Los Estados Unidos 2020,” con una sesión final, digamos, que tuviese a un mediador importado de una de las naciones más competitivas, además de una ponente que mirase incrédula a la ideología del internacionalismo liberal, y otra que fuese una representante señera de un organismo internacional del tipo de las Naciones Unidas con preocupación por los derechos humanos y que ambos dijesen, no en inglés, cómo anda el Tío Sam en transición presidencial. Trump es síndrome de unas podredumbres institucionales generalizables, los EEUU son el país número uno del mundo en muertes por covid y tienen unos records de desempleados y de precariedad social, ahora mismo con unos conflictos étnicos o raciales fortísimos a pie de calle. Un ejemplo exagerado, si se quiere, terrorífico, los que se mueren en las Dakotas mientras insisten que covid es una mentira y que no existe (https://www.marketwatch.com/story/south-dakota-emergency-room-nurse-says-some-patients-insist-covid-19-isnt-real-even-as-theyre-dying-from-it-2020-11-16). Extremosidad estadounidense de la civilización occidental en la punta más occidental que es difícil de no calificar de barbarismo. ¿Tuvo que llegar covid para constatar algunas cosas de la sociedad estadounidense? ¿Nos dejará ver covid otras cosas de los EEUU? ¿Nos quedamos atados a este mástil con el Ulises viajero, o nos destapamos la cera de los oídos y nos ponemos a escuchar a ver qué nos cuentan las sirenas de las latinidades americanas?




“América Latina 2020” yace en el lecho de Procusto: “Latin America 2020” en “US and the Americas” de la Chatham House en la metrópolis londinense de una nación peculiar, con sus cuatro naciones, en un ambiente hostil, brexitiano votado por la mayoría de su población, que fomenta una desvinculación con naciones hermanas y encumbra una xenofobia. Esta contemporaneidad heterogénea, la latinoamericana, no cabe bien, nunca lo hizo, dentro de las secciones asignadas por las instituciones, los think tanks, y los programas universitarios de estudios superiores, que ahora se están desmontando. Esto ocurre en una nación poderosa, que figura en el puesto noveno de las economías más grandes, el noveno también en poder de compra, el séptimo entre las naciones más exportadoras, y el segundo, por detrás de los EEUU, con el mayor déficit (Pocket World in Figures: The Economist, 2020 Edition). Pues no estará tan arriba ni será tan poderosa. O tal vez haya ya reajustes. América Latina, sigamos usando esta nomenclatura convencional, no tiene por qué ajustarse a los parámetros convencionales de la Anglozona dominante si bien declinante. La conferencia por circuito virtual cerrado al gran público ha evidenciado algunas de estas desigualdades con respecto a esta “área menor.” Las mayores no se prestan de buen grado a un cuestionamiento esclarecedor de sus planes conocimiento ni de sus cegueras, y las tienen.


¿Movemos las sillas de los representantes oficiales haciendo de portavoces de los intereses a corto plazo de su propia nación-estado? ¿Jugamos al juego de las sillas musicales de quitar y a ver quién se queda al final? ¿Adquirimos una doble nacionalidad? ¿Nos quedamos dentro de las secciones y de las cuotas asignadas? ¿Violamos los supuestos de buena educación inglesa que nos asigna una asignación epistémica bien modesta en relación a los avatares del mundo? ¿Dinamitamos sólo las puertas al vehículo “hispánico” –o las de la maquinaria “latina” en América—como lo hicieron los gangsters en la película (1969)? ¿Nos quedamos bien educados en los lugares asignados, los parciales, los menores, los hispanohablantes sólo para los hispanohablantes?




No. No hay que quedarse nunca en las casas asignadas ni en las disciplinas que andan todas arrambladas. Se entra y se sale. Vienen unas transformaciones descomunales y la apuesta tiene que seguir siendo por el cuestionamiento de los saberes, de las ciencias sociales y de las humanidades, y esto tiene que ir, ¿cómo no?, por el desgarro epistémico con los saberes establecidos dentro de los espacios convencionales y predecibles de la Anglozona. Y es que ahora están todos éstos tocados o hundidos del todo. Con estos desgarros vendrán los sinsabores y los escasos reconocimientos. Y habrá que mirar por encima de todas las vallas institucionales. Habrá que buscar alianzas y ficciones en el entorno de “América Latina 2020,” en la Universidad de Londres y en otros.Y habrá también, cómo no, que alimentar la imaginación con las promesas del aire frío circundante y darle el guiso del camaleón, que no es de capones. Ya lo dijo el príncipe delirante sobre la podredumbre de una Dinamarca en un mundo desordenado y cruel. ¿Pescarán los buenos lectores la última referencia literaria?



Conferencia “América Latina 2020” de Chatham House en su Año de Centenario. Dosier. Número Dos. https://www.fernandogherrero.com/single-post/am%C3%A9rica-latina-2020-de-chatham-house-en-su-centenario-dosier-n%C3%BAmero-dos-fernando-g%C3%B3mez-herrero


Conferencia "América Latina 2020" de Chatham House en su Año de Centenario. Dosier. Número Uno.



27 de Noviembre 2020 / Warwick, Reino Unido


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